Apple siempre ha querido cambiar los mercados a su manera. Lo consiguió en el mundo de la música con el iPod, y está haciendo lo mismo con el iPhone… o al menos quiere hacerlo. Ya hemos visto patentes que nos demuestran cómo en Cupertino quieren cambiar el modo con el que los teléfonos móviles y las operadoras funcionan, aunque de momento desde Cupertino han tenido que usar el método “tradicional” de las tarjetas SIM. No sin aportar algo de innovación introduciendo una versión de esa tarjeta más pequeña y proponiendo futuras versiones aún más pequeñas.
Lo más reciente de este tema ha sido otra patente más, que va más lejos todavía: eliminar la tarjeta SIM para guardar la información que hasta ahora gestionaba en la propia memoria del teléfono. Lo que se podría hacer con este cambio pueden ser muchas cosas, pero ninguna sería del agrado de las operadoras. Debatiéndolo con unos amigos hace pocos días comentamos un posible futuro donde el iPhone no tuviera SIM y estuviera controlado completamente por Apple, y es algo mucho más interesante y complejo de lo que parece.
Pensemos en un futuro a medio plazo y en una persona, llamémosla Esteban, que ha decidido comprarse un iPhone tras ahorrar un tiempo. Finalmente llega el día y Apple lanza un nuevo modelo de su teléfono, así que Esteban hace cola durante horas delante de una Apple Store y se compra su ansiado iPhone. Libre, por supuesto. Un empleado de la tienda le propone configurar el terminal allí mismo.
¿Qué es lo primero que hace Esteban al coger su flamante teléfono nuevo? Antes que nada, introducir su Apple ID para que el teléfono cargue todos los datos de iCloud. ¿Y después? Ir a las preferencias de iOS y seleccionar una operadora. Y en cuanto la tenemos seleccionada,escogemos uno de sus planes de voz y datos. Lo seleccionamos, esperamos un momento a la confirmación y listo, ya tenemos nuestro teléfono funcionando. Todo desde los propios ajustes de iOS, y pagando a través de los servidores de Apple como más o menos ya hacemos con el iPad 3G.
Ni hemos ido por una tienda de la operadora, ni hemos tenido que pasar por el aro contratando modems USB y seguros “obligatorios” que no queremos, ni hemos tenido que alargar nuestra permanencia durante dos años con un chanchullo en el programa de puntos. Esteban pagará exactamente el plan de datos que quiera con su iPhone, y en una situación más ideal podría cancelar y/o cambiar de plan con la misma facilidad. Aún mejor, Esteban podría cancelar ese plan y contratar uno de una operadora inglesa durante un mes para un viaje de trabajo que va a tener que hacer evitando así pagos abusivos por roaming.
Para compañías como Movistar o Vodafone, que juegan con las permanencias y con unos contratos no muy agradables, un iPhone así significaría el desastre a menos que rebajaran sus planes. Para operadoras virtuales como Simyo, Yoigo o Pepehone esto sería un paraíso terrenal. Apple gestionaría esas operadoras y sus planes para el iPhone, pero a cambio las operadoras.
Apple mataría dos pájaros de un tiro: promocionaría más libertad con los planes de datos del iPhone y obtendría su porcentaje de los beneficios de las operadoras con la gestión de estas. Sólo imaginándome a todos los usuarios de un iPhone seleccionando un plan de datos y dándole un porcentaje de los beneficios a Apple, ya me viene a la cabeza la imagen de tío Gilito nadando en su inmensa caja fuerte llena de monedas de oro. Sólo faltaría, por supuesto, que Apple se portara bien con los datos que les cedemos.
No sabemos si esto será una realidad algún día, pero lo cierto es que con las patentes que han salido al aire Apple quiere cambiar las reglas. Como siempre ha querido hacer. Y con el sector de mercado que tiene el iPhone, es bien capaz de hacerlo. Puede que sea lento, puede que sigamos como estamos varios años más, o incluso puede que todas esas patentes sean experimentos fallidos que nunca se harán realidad.
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